lunes, 5 de junio de 2017

Senil

Carne fresca que con elegancia se lucen,
complejos atares pues la luz no
alcanza para todos.
Cada surco es un anillo como cual
árbol que crece en un bosque de espinas.
Los bosques se talan y se empiezan a caer las espinas, las hojas y las acequias. Las espinas abandonan el bosque dejando el espacio impío,
temido y soez.
La pintura se desgata al igual que el lienzo, la
aptitud se ablanda o se tensa, se aplica o se olvida, lo admiten o se esconden.
Ramas van faltando y algunos injertos por todo
el tronco, marcas de hachas , tempestades y rayos sobre la corteza cada vez más seca.
Mas sabéis que nada perdura, solo el temor.
Que delante solo espera dolor, pasiones frustradas, caídas y bifurcaciones.
Todas direcciones donde cada cual cae, y la sombra toma espacio en el bosque, rosa sobre los hombros el frío consuelo de la partida perdida.

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