lunes, 29 de mayo de 2017

Croar a los melindrosos

Que bonita es la juventud escribe el poeta,
que alegre fueron esos tiempos pasados y los que nos anteceden sigue el cantor.
Los grandes lienzos sobre las cabezas y las auras divergentes que pone sobre el velo el pintor y los cuerpos voluminosos hechos a cincel por el escultor.
Pues tanto cacareo si romper nueces, tanto croar en ciénagas secas pidiendo permiso del zorro para poder cantar, pájaros enjaulados que cantan felicidad.
Palabras sobre palabras, en un actuar sin escala, sin palabras de doble cara.
Una utopía lejana, reflexiones sobre el piso sediento de embriagues, que pasen los verdes faldos que como funeral vikingo, pues en la oleada de lujuria e hipocresía se marca la diferencia de este perverso mundo de hipocresía, contra la gran hipocresía sostenida en metálico, plástico y cánones.
Larvas y lombrices dividas por doquier, la basura de uno es de otro también, sobre la cerca del vecino podrá desaparecer.
Violencia en aptitud de inocencia, un discurso seco de tanta repetición, pues ni un loro del tamaño de diez elefantes
soportarían el peso de tanta falacia en lenguas tan largas.
Que siga la masa impotente, sin poder tener una erección intelectual,
pues como grabadoras a sus enemigos repiten sin casar,
discursos podridos, ajenos e innecesario,
de mano de otros impotentes enajenados de realidad,
drogados de una fantasía amoral.
Que sigan los corderos siguiendo paradigmas, que sigan celebrando su propia impotencia.

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