viernes, 12 de mayo de 2017

Kintsugi

 Batallas perdidas, batallas ganadas, tiempos que se van y tiempos que vienen, tormentas que van y otras que continúan en perpetuo reposo.
Historias que jamás serán contadas, historias que se saben solo con el silencio de las miradas, la tristeza de los océanos creados por el afán de olvido y las evidentes despedidas.
Gente que va y gente que viene, palabras al aire de inconscientes, falso altruismo, incompetencia, burdo}a inocencia que estira su mano como cual perro callejero das de comer.
Vidas que empiezan, vidas que se interrumpen, vidas que terminan y otras que cambian.
Hechas de oro, las medallas que otorgadas por afanes egoístas han puesto en fuego sobre tu tierra sin arar, sobre tu bosque virgen extirpado de sus frutos e ingenuidad.
Te han robado el habla, te han robado tu alma, se han llevado muchos más que un trozo de cerámica rota indispuesta a reparar.
Cual vanidad de ocultar la vergüenza del pasado ya alejado, cual falacia repetida como grabadora dentro de tus dientes, los temores permanecen, esta bien, más negar solo causa más dolor del que ya has pasado ya.
Que importa si una pieza ha de faltar, que importa si nada queda ya, solo con unos cuantos trozos dispuestos a volver empezar con los rayos del sol ha de poder restaurar, todo ese tiempo gastado, todas esas palabras gastadas, todas esas experiencias no vivas y sueños incumplidos.
Cual trofeo ha de relucir restaurado con aguas del sol, pues el intentar escapar muchos premios te dejara.
Basta ya de persecución entre las sombras. 

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