jueves, 11 de mayo de 2017

Deyección

Deyección

Somo unos adictos a la mentira, al engaño y al autosuplicio más obvio,
las coyunturas nos absorben como cualquier bebida en el hígado. Las
vendas que tanto pesan se parecen naturalizar en un contexto donde las 
mascaras parecen mandar.
Aceptamos cualquier copa, siempre que inviten, bebemos cualquier cosa, sin cuestionar, probamos muchas heces endulzadas para su mejor digestión.
Cambiamos el dial con tal de estar en señal, es un burdo juego de temor a la soledad.
Mirando por todos lados solo parece encontrar, viejos cuadros tocados con aires de bienestar, hierbas ficticias de un ficticio jardín, almas en pena en busca de dilemas.
Pues todo lo que sale de la llave, es lo que tomamos hoy, todo sin preocuparnos de la cólera, la salmonella y la absurda hinchazón, pues en la imposibilidad de nuestro motor para si solo funcionar, cualquier combustible sirve para generar la más breve inteligencia mediocre de bocas llenas de ampollas, sus ojos rojos casi dormidos, repitiendo una y otra vez lo que aprendes por ti, si, como no.
Vayas por donde vayas solo ves ciegos comiendo mierda endulzada, lavándose con heces sopesadas y malgastadas, bastardas de un ente desconocido que los pone en sus bocas domesticandolos como un manso perro faldero a cambio del alma y la fuerza tan útil para su vil interés.
Que se puede esperar más que la enfermedad, parásitos dentro de parásitos que están a punto de estallar, enfermando cual existencia ingenua pueda encontrar, con tal de más porquería poder generar, pues a los esclavos hay que alimentar con el bilis de sus amos tan santos y amados.
Que se puede esperar, de ratas que beben de un gotero elementos contaminados a sabiendas, y drogas para su anestesia y deshumanizan.
1,2,3... El tiempo se acaba, pues el mundo ya esta enfermo y hay que depurar.

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